"...Creo en todas las escusas.
Creo en todas las razones.
Creo en todas las alucinaciones.
Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías, evasiones.
Creo en el misterio y en la melancolía de una mano, en la gentileza de los árboles, en la sabiduría de la luz."

Creo (fragmento final. J. G. Ballard)

jueves, 26 de enero de 2012

Alejandro Magno, el nudo gordiano y la conquista de Asia.

Alejandro Magno cortando el nudo gordiano, de Jean-Simon Berthélemy.
La leyenda afirma que Alejandro el Grande (356–323 a.C.), rey de Macedonia y de los griegos, tras cruzar el Helesponto,  en el año 333 a.C.,  se dirigía a conquistar el Imperio persa. Al llegar a la localidad de Gordión, capital del reino de Frigia, actual Anatolia, fue  informado de las creencias y leyendas locales. Según la tradición, en la acrópolis de esa ciudad, había un carro de oro atado con una especie de trenzado con un nudo imposible de desatar. Se decía que quien pudiera desatar ese nudo sería el rey de toda Asia.
Además, por aquellas fechas, un augurio que circulaba por ese reino afirmaba que el futuro rey de Frigia y conquistador de Asia, vendría acompañado de un cuervo que se posaría en el carro de oro, después desataría el nudo, con lo que abriría para sus ejércitos las puertas de Asia.
Alejandro sintió curiosidad por estas historias legendarias y se enfrentó al reto de desatar el nudo llamado gordiano. La ambición de Alejandro hizo que intentara desatar, sin éxito, aquel lazo imposible. Rodeado de los más importantes hombres de la ciudad y en presencia de sus generales y hombres de confianza, solucionó el problema cortando el nudo con su espada.
Esa misma noche hubo una gran tormenta de rayos, lo que fue entendido por los macedonios como un augurio del propio dios Zeus, entendiendo que estaba de acuerdo con aquella solución. Ante ello, Alejandro afirmó “es lo mismo cortarlo que desatarlo”. En apenas once años, aquel joven rey macedonio acabó conquistando Oriente. 

Mapa del imperio de Alejandro y la ruta seguida en sus conquistas.
A sus 32 años, su imperio se extendía desde Egipto y Grecia, en el Oeste, hasta el Valle del Indo, en Oriente. Fundó más de 70 ciudades, 50 de las cuales llevaban su nombre, aunque la más famosa de todas, Alejandría, la mandaría levantar en en Egipto (donde fue coronado Faraón de los dos reinos) en la parte occidental del delta del río Nilo. Con sus conquistas acercó Oriente y Occidente, además de propagar la cultura y la civilización helena por oriente.
El 13 de junio de 323 a.C., Alejandro el Grande murió en el palacio de Nabucodonosor II, en la mítica ciudad de Babilonia, envenenado, de fiebres o de malaria. Cuentan que Ptolomeo condujo el cuerpo de Alejandro hasta la ciudad de Alejandría donde quedó expuesto el sarcófago.
A su muerte, Alejandro no había dejado sucesor, pues su hijo Alejandro nacería tras su muerte y sus generales aprovecharon para repartirse aquel enorme Imperio. Fueron llamados diadocos o sucesores y mandaron, a través de Casandro, asesinar a toda la familia de Alejandro: su madre Olimpia, su hijo Alejandro, su hijo ilegítimo Heracles, etc. 
Surgieron así varias dinastías helenísticas: Tolemaica, cuyo rey fue Ptolomeo, que gobernó Egipto; Antigónida con Demetrio, hijo de Antígono Monoftalmos, como rey de Macedonia y  después también de Grecia al vencer a Casandro; Seléucida con Seleuco como monarca, que reinó sobre Mesopotamia y Siria; y Lisímaco que reinó sobre Tracia y Asia Menor.

Yugo y nudo gordiano cortado unido al "Tanto Monta", emblema de Fernando el Católico.
Como curiosidad, el lema personal del rey Fernando el Católico, Tanto Monta,  hace alusión a este nudo: lo mismo es cortarlo que desatarlo.
En español utilizamos la expresión “complicado como un nudo gordiano” para referirse a una situación o hecho de difícil solución o desenlace, en especial cuando esta situación sólo admite soluciones creativas.
También “nudo gordiano” se emplea para referirse a la esencia de una cuestión, de por sí de difícil comprensión, de tal manera que desatando el nudo, descubrimos  la esencia del problema.

lunes, 9 de enero de 2012