Acrópolis de Atenas |
En Atenas, las mujeres esperaban saber si sus maridos ganaban o perdían aquella batalla en la llanura de Maratón, pues los persas habían jurado que, tras vencer, irían a Atenas a saquear la ciudad, torturar a las mujeres y sacrificarlas junto a los niños. Al conocer esto, los griegos decidieron que si las mujeres de Atenas no recibían la noticia de su victoria antes de 24 horas, coincidiendo con la puesta del Sol, serían ellas mismas quienes matarían a sus hijos y se suicidarían a continuación. Los griegos ganaron la batalla, pero les llevó más tiempo del esperado, así que corrían el riesgo de que sus mujeres, por ignorarlo, ejecutasen el plan y matasen a los niños y se suicidasen.
El general ateniense Milcíades el joven, decidió enviar un mensajero a dar la noticia a la polis griega. Aquí se mezcla la historia con la leyenda: Filípides, el soldado griego elegido, después de haber estado combatiendo un día entero, tuvo que recorrer una distancia de unos 40 Km. para dar la noticia. Tomó aquel hoplita tanto empeño en llegar veloz a su destino que cuando llegó, cayó agotado y, antes de morir, sólo pudo decir una palabra: "Niké" (diosa de la Victoria).
Muchos años después, en honor a la hazaña de Filípides, se creó una competición con el nombre de "maratón" que fue incluida en los primeros Juegos Olímpicos de nuestro tiempo, celebrados en 1896 en Atenas, inaugurados por el Barón Pierre de Coubertin. Los 42.195 m por los que hoy día conocemos la maratón datan del año 1908, cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Londres. Esta distancia es la que separa la ciudad inglesa de Windsor del estadio White City, en Londres. Los últimos metros fueron añadidos para que el final de la prueba tuviera lugar frente al palco presidencial del estadio.
Esta durísima prueba atlética nos recuerda el esfuerzo y la tenacidad del ser humano en situaciones extremas, como la que protagonizó el griego Filípides tras la batalla de Maratón.
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